En una época no muy lejana (no soy tan viejo como para que algunas cosas me parezcan lejanas) la frase “Noches de Bohemia” simbolizaba mi estado con la vida, la manera de afrontarla. La Noche era el refugio, era mi refugio y el de tantos otros que, como yo, la noche, la oscura noche, la solitaria noche, era el mejor reflejo del alma. Fueron, quizás, momentos negros donde no se distinguía bien el sinuoso camino por recorrer; camino aquel que todavía no sé si es el correcto, pero al fin, es un camino.

Bohemia es una palabra que tiene muchísimos significados de los cuales me identifico con poquísimos. Bohemia es más que nada la sustancia; toda noche consiste en algo.

Como un mal hábito, como esos vicios de temprana edad, de esos que son difíciles de deshacerse, vengo arrastrando, en pesada carga, esta frase “Noches de Bohemia” como un distintivo que me pertenece, que me es propio, pero a la vez, remoto, incierto y miserable.

lunes, 27 de septiembre de 2010

La piedra Azul

Ciudad de Goiania, Brasil, septiembre de 1987: dos juntapapeles encuentran un tubo de metal tirado en un terreno baldío. Lo rompen a martillazos, descubren una piedra de luz azul. La piedra mágica transpira luz, azulea el aire y da fulgor a todo lo que toca.
Los juntapapeles parten esa piedra de luz. Regalan los pedacitos a todos los vecinos. Quien se frota la piel, brilla en la noche. El pobrerío, súbitamente rico de luz, esta de fiesta.
Al día siguiente, los juntapapeles vomitan. Han comido mango con coco; ¿sera por eso? Pero todo el barrio vomito, y todos se hinchan y arden. La luz azul quema y devora y mata; se disemina llevada por el viento, la lluvia, las moscas y los pajaritos.

Fue una de la mayores catástrofes nucleares de la historia. Muchos murieron, y muchos mas quedaron por siempre jodidos. En aquel barrio de los suburbios de Goiania nadie sabia lo que significaba la palabra radioactividad, y nadie había odio hablar jamás del Cesio 137. Chernobyl resuena cada día en las orejas del mundo. De Goiania, nunca mas se supo. En 1992 Cuba recibió a los enfermos de Goiania, y les dio tratamiento medico gratuito. Tampoco este hecho tuvo la menor repercusión, a pesar que las fabricas universales de la opinión publica siempre están, como se sabe, muy preocupados por Cuba.
Un mes después de la tragedia, el jefe de la policía federal en Goias, declaro:
-la situación es absurda. No existe ningún responsable por el control de la radioactividad que se usa con fines medicinales.

Eduardo Galeano