La papa también fue fruto prohibido en Europa. La condenaba, como al maíz, su origen americano. Para peor, la papa era una raíz criada al fondo de la tierra, donde el infierno tiene sus cuevas. Los médicos sabían que producía lepra y sífilis. En Irlanda, si una mujer embarazada la comía en la noche, en la mañana paría un monstruo. Hasta fines del siglo dieciocho, la papa estaba destinada a los presos, a los locos y a los moribundos. Después, esta raíz maldita salvó del hambre a los europeos. Pero ni así la gente dejó de preguntarse:
—Si la papa y el maíz no son cosa del Diablo, ¿por qué la Biblia no los menciona?
Eduardo Galeano- Espejos
3 comentarios:
Soy walke, y la historia es buenardaaaaaaa
bien ahi walke
que pasa larvaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
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