En una época no muy lejana (no soy tan viejo como para que algunas cosas me parezcan lejanas) la frase “Noches de Bohemia” simbolizaba mi estado con la vida, la manera de afrontarla. La Noche era el refugio, era mi refugio y el de tantos otros que, como yo, la noche, la oscura noche, la solitaria noche, era el mejor reflejo del alma. Fueron, quizás, momentos negros donde no se distinguía bien el sinuoso camino por recorrer; camino aquel que todavía no sé si es el correcto, pero al fin, es un camino.

Bohemia es una palabra que tiene muchísimos significados de los cuales me identifico con poquísimos. Bohemia es más que nada la sustancia; toda noche consiste en algo.

Como un mal hábito, como esos vicios de temprana edad, de esos que son difíciles de deshacerse, vengo arrastrando, en pesada carga, esta frase “Noches de Bohemia” como un distintivo que me pertenece, que me es propio, pero a la vez, remoto, incierto y miserable.

miércoles, 10 de octubre de 2007

Crítica de la Bahia


Quisiera aclarar de antemano el por qué de escribir sobre la Bahía. He vivido en Salvador Bahía Brasil casi dos años más las reiteradas visitas en las vacaciones ya estando aquí en Argentina. Terminé mis estudios secundarios allá, viajamos con toda mi familia. Ciudad maravillosa, encantadora, místicas por sus raíces. Ciudad de religiones, de la macumba y el candomblé; Bahía de todos los santos. Ciudad negra, ciudad bella. Ciudad alta, ciudad baja. Envuelta en un velo de playas, de sol, de carnaval. Engendra una filosofía de vida diferente, una vida dedicada al culto del cuerpo, al placer, a la naturaleza.
La experiencia de conocer otra realidad, me ha dejado implícito un par de razonamientos meditados que me llevan a volcarlos a la luz. Quizás lo escrito sea una mera impresión de lo superficial, pero no quita lo asombroso que puede significar todo el misterio de la Bahía que impresiona hasta el más despistado de los viajantes.



Lo paradójico, lo que a simple vista parece de una extrañeza agradable, se aclara mientras uno más se adentra en las complejidades lóbregas de la sociedad de la Bahía. Una sociedad donde se engendra lo trágico de la discriminación aún en estos “tiempos modernos” donde la humanidad racional se enorgullece de su aparente libertad, de su pluralidad. Parece curioso y hasta gracioso el hecho latente que personajes como Jorge Amado puedan escribir de forma tan exacta, tan extensa y de una libertad literaria consensuada la realidad intrínseca de los suburbios de la Bahía. Con novelas como Jubiaba, como Sudor y con muchas otras reconocidas mundialmente, Amado expresa lo más íntimo y pérfido de la relación de la pobreza con la raza negra en el nordeste brasilero. Jorge Amado, blanco, pequeño burgués en su concepción, entusiasta de la bohemia bahiana, ser cultivado en las luces de la Bahia, oscuro y amado ¿Cómo llega ha poder reflejar con tanta claridad cínica una ciudad oculta, una ciudad negra en los arrabales?¿Cómo llega a adentrarse en su cultura, en sus costumbres, en sus dioses, en sus orixas?

La distinción racial aún persiste desde los primordios de la colonia, aún está arraigada al seno más oculto de la gente. El concepto de “Blanco” y “Negro” no es simplemente una distinción un poco antigua de los conceptos de raza. Es un todo totalizador que esta clavado por esas latitudes que todavía gobierna una filosofía de vida. La relación Blanco-Negro es una relación Amo-Esclavo, Opresor-Oprimidos, Ricos-Pobres.
Parece como si la persona de color estuviera en un rango de intelectualidad menor, que sólo se debe dedicar a lo festivo y dionisiaco. Es, quizás, y acá me arriesgo, que los blancos (escribo de esta forma por una simple pulsión de dejar en claro mi propósito: remarcar a las claras la gran discriminación racial que aún persiste) tienen el derecho de escribir sobre todo, hasta de la vida de los negros.
Otro ejemplo contundente a mis ideas es Daniela Mercuri, cantante de renombre internacional, una mujer dedicada entera a la música Axe. Una cantante, que desde muy pequeña practicaba valet, formada en la alta aristocracia racial de la Bahia, ahora convertida en el símbolo de la música negra, que hasta llegó a decir, en no sé que estado de conciencia, que ella hubiera querido nacer negra. Es curiosa la frase ya que en la Bahia el peor estrato social lo tienen los negros, que son pobres y para colmo la mujer negra siempre tan mal tratada. Mujer negra que ocupa además los más bajos puestos de trabajos, como empleadas domésticas, como sirvientas, llevadas casi siempre a la prostitución.
Que quede bien en claro que no desdeño a las personas que retoman temas de otras culturas y lo traducen al mundo de las letras o de la música, lo paradójico es que es muy raro ver a un negro escribiendo sobre las vidas cómodas y plácidas de los blancos fazendeiros.

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