En una época no muy lejana (no soy tan viejo como para que algunas cosas me parezcan lejanas) la frase “Noches de Bohemia” simbolizaba mi estado con la vida, la manera de afrontarla. La Noche era el refugio, era mi refugio y el de tantos otros que, como yo, la noche, la oscura noche, la solitaria noche, era el mejor reflejo del alma. Fueron, quizás, momentos negros donde no se distinguía bien el sinuoso camino por recorrer; camino aquel que todavía no sé si es el correcto, pero al fin, es un camino.

Bohemia es una palabra que tiene muchísimos significados de los cuales me identifico con poquísimos. Bohemia es más que nada la sustancia; toda noche consiste en algo.

Como un mal hábito, como esos vicios de temprana edad, de esos que son difíciles de deshacerse, vengo arrastrando, en pesada carga, esta frase “Noches de Bohemia” como un distintivo que me pertenece, que me es propio, pero a la vez, remoto, incierto y miserable.

miércoles, 10 de octubre de 2007

Viaje a Fidanza

Viaje a Fidanza.

Fidanza, fósil anecdótico del lóbrego pasado de nuestro país, recuerdo tortuoso, imagen de una sociedad ignorante y discriminadora que aún persiste. El ex leprosario de Fidanza, ubicado en las íntimas entrañas del campo, en un rincón oscuro del infinito verde que inunda los alrededores del río Paraná; escenario negro para los portadores de este mal bíblico. Hoy, Fidanza se ha convertido en un no pensado geriátrico. Se han abierto las celdas de esa cárcel pandémica. Se ha convertido en un sanatorio público. El mal se ha ido pero las heridas quedan.


La mañana gris. La intensa lluvia, a veces con su brisa cálida, a veces con su brisa fresca, nublándonos el horizonte, nos daba la bienvenida a Fidanza: antiguo Leprosario y ahora convertido en Geriátrico. Ubicado a unos kilómetros del pueblo “Aldea Brasilera”.El ex leprosario se funde solitario entre las vastas hectáreas de campo y más campo fértil. Antigua ciudadela autónoma, de una infraestructura razonada para ser el subsuelo de una sociedad ignorante. Escondite obligado para los portadores de la Lepra para que el país no sienta una febril culpa de su propia razón discriminadora. No muchos años han pasado de esta barbarie colectiva.


Después de abiertas sus puertas, después de terminado el calvario para los pacientes de Hansen, después de convertirse en un bien para la sociedad y convertirse en un servicio para el pueblo, Fidanza no ha dejado de ser un patrimonio de la discriminación. Ya no más por la ingenuidad de la gente, sino por otro poder: el poder monetario del Gobierno. Una discriminación que sufren muchísimos en este país: la discriminación económica.

Fidanza, actualmente, podría considerarse un ejemplo atípico en nuestra región. Una demostración tenue, que se pierde en nuestras mentes, del compañerismo y de la buena voluntad del pueblo entrerriano, pueblo afectivo y servicial desde su concepción, reflejado en hombres y mujeres que, día a día, luchan por una mejora económica sin perder el rumbo de su necesaria vocación.

1 comentario:

Anónimo dijo...

de solo pensar en ese viaje me invade una mezcla de sensaciones horribles... muy bueno el blogg gera, segui flasheando asi... un abrazo

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