En una época no muy lejana (no soy tan viejo como para que algunas cosas me parezcan lejanas) la frase “Noches de Bohemia” simbolizaba mi estado con la vida, la manera de afrontarla. La Noche era el refugio, era mi refugio y el de tantos otros que, como yo, la noche, la oscura noche, la solitaria noche, era el mejor reflejo del alma. Fueron, quizás, momentos negros donde no se distinguía bien el sinuoso camino por recorrer; camino aquel que todavía no sé si es el correcto, pero al fin, es un camino.

Bohemia es una palabra que tiene muchísimos significados de los cuales me identifico con poquísimos. Bohemia es más que nada la sustancia; toda noche consiste en algo.

Como un mal hábito, como esos vicios de temprana edad, de esos que son difíciles de deshacerse, vengo arrastrando, en pesada carga, esta frase “Noches de Bohemia” como un distintivo que me pertenece, que me es propio, pero a la vez, remoto, incierto y miserable.

sábado, 13 de noviembre de 2010

...lo que existe es el terror

Hay una anécdota muy bonita de Julio Cortazar, que retrata muy bien el tema del terror entre las personas. Cuando Cortazar era joven, junto con un grupo de amigos decidieron hacer un experimento. Viajaron al interior y en la noche, en una fogata, junto con un grupo de gauchos, estos jóvenes comenzaron a contar historias. Los amigos contaron historias de la marginación del proletariado, historias de personas como ellos, como los gauchos, de la lucha de clases y todas esas cosas del comunismo. Los paisanos escucharon muy atentos. Cuando le tocó el momento a Cortazar conto este cuento, que se llama “La pata de mono”:

En Inglaterra, un niño que trabajaba día y noche en una fábrica, en una de esas fábricas de la revolución industrial, junto con la explotación y todas esas cosas del capitalismo primitivo. El chico llega a su casa y le dice al padre que había conseguido la pata de mono, que le dice que es mágica, que solo hay que perdile el deseo y la pata lo cumple. Cuando el chico va a trabajar, los padres le piden un deseo a la pata de mono, le piden 1000 libras, ¿no? Apenas terminan de pedir el deseo, golpean la puerta. El padre la abre, y aperece un tipo de la fábrica que le dice que su hijo había muerto en un accidente con unas máquinas, que la empresa le iba a abonar 1000 libras por lo sucedido. El padre, muy triste, le pide a la pata de mono para que regrese a su hijo, y después de pedir el deseo golpean la puerta, y el padre se da cuenta, que si abre la puerta seguro se encontrará con su hijo de regreso, pero todo destrozado, entonces antes de abrir, le pide a la pata de mono que no regrese, que su hijo no regrese. Cuando abre la puerta, del otro lado, no había nada. Ese era el cuento.

Después de este cuento, los paisanos se pasaron toda la noche contando historias de fantasmas, espiritus, y todo aquello.

Julio Cortazar se dio cuenta que entre las personas lo que existe es el terror.

Escrito por J.P.Feinmann

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